Desde el invento de los hermanos Lumière, posiblemente no
haya existido otro invento tan polivalente que haya aportado tanto a la
industria cinematográfica como Internet. La red se ha convertido en uno de los
mayores instrumentos para el desarrollo del mundo audiovisual. En este caso
abarcaremos el ámbito del séptimo arte.
La contribución de Internet se puede ver reflejada en
toda la carrera de un film, desde su producción hasta su distribución. A medida
que los dispositivos electrónicos evolucionan de forma más sofisticada, el
papel que juegan en dicho proceso fílmico va siendo cada vez mayor. Para
mostrar esta idea tenemos el caso de los estrenos. Ya no sólo se anuncian en
las pantallas de cine y TV; a través de redes sociales, páginas web y demás
plataformas se crean campañas en torno a esta publicidad.
El modo en que han cambiado los modelos de producción
gracias a las nuevas tecnologías encuentra su prueba en el Crowdfunding, conocido en español como micromecenazgo. Un innovador método de financiación
que facilita la creación de proyectos de muchos jóvenes –y no tan jóvenes–
talentos. Dicha forma de producir permite que la gente se informe de las ideas
que se pretenden llevar a cabo y así aportar la cantidad económica según crean
conveniente. Uno de los sitios web dedicados a esta actividad es Indiegogo4.
El
terreno de la distribución también se amplía a causa de la revolución digital.
A día de hoy, existen festivales que exhiben sus películas a través de
Internet. Entre estos actos de promocionar cintas cabe destacar uno de los más
relevantes: el Atlántida Film Fest5,
donde se pueden visionar largos y cortos inéditos online. El hogar sustituye de
este modo a los teatros y salas de los clásicos festivales.
Todos
estos efectos también atañen a la pequeña pantalla. La televisión ya no se ve
en el televisor. Multitud de series y programas frecuentemente son visionados
en el ordenador a través de formatos como Netflix,
los espectadores a condición de abonarse mensualmente pueden disfrutar de
ficciones internacionales vía streaming
cuándo y dónde quieran. Las ventajas del nuevo modo de ver series han llevado a
Netflix al éxito hasta el punto de
llegar a tener sus propias producciones, tal y como ocurre con Orange is the new black. Además de la
comodidad de no adaptarse a horarios para ver cualquier programa, se presentan
otras consecuencias provechosas como el fomentar la producción de creaciones
originales.
¿Quiere
decir esto que en un futuro las salas de cine queden para el recuerdo? Ni mucho
menos. A pesar de disponer de tantas facilidades e inmediateces –el “aquí” y
“ahora”-, siempre quedará en nosotros ese hábito de sentarnos en las butacas de
terciopelo rojo frente a la enorme pantalla porque no hay mejor manera de
satisfacer ese placer espectatorial que anida en nosotros.
Luis García Díaz
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